
Lo siento. Soy una malhablada. No tendría que haberte despertado en medio de la noche de esta manera, para arrancar de cuajo tu respiración acompasada, tu llanura emocional, tus complicaciones escondidas bajo la cama. Tú no tienes culpa de que a mí se me haya subido tanta ambigüedad a la cabeza y vaya ahora dando tumbos de un lado a otro, sin ton ni son. Es mi problema si no soy capaz de caminar en línea recta sin ayuda.
Disculpa, no tenía que haber llamado a tu puerta en el momento más inoportuno. Estabas mejor durmiendo.
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