¡Te amo coño!

viernes, 23 de marzo de 2012

Momentos.

No veo nada. No quiero dar ni un paso. Caminando a ciegas sé que acabaré tropezándome. Prefiero quedarme quieta. No recordaba haber estado envuelta en una oscuridad tan profunda jamás. Me marea. De nada me sirve abrir los ojos con todas mis fuerzas, si no soy capaz de distinguir ni una silueta. Nada. Tan solo el color negro que se funde conmigo.

Yo, aquí, en medio de esta penumbra casi sólida que hace juego con un silencio sepulcral, espero a que pase algo. Espero siglos, completamente inmóvil, hasta que tu respiración me sorprende. Se pega primero a mi cuello, y me deshago poco a poco mientras sube despacio y se detiene en la oreja que mi pelo ha dejado al descubierto. Ahí se queda. Me susurras frases aleatorias mientras las puntas de tus dedos se hunden en mi espalda. Y me estremezco, porque solo tú sabes mezclar así ternura y deseo.

Caricias milimétricas, respiración agitada, pulso acelerado. Acércate más. Más. Llega hasta mi boca. Desoxigéname.

...

He tenido un sueño extraño. De esos que confunden. De esos que te dejan el resto de la mañana a tres centímetros del suelo, y en los labios el sabor de un beso que no has dado.

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