¡Te amo coño!

lunes, 11 de junio de 2012

Dime que me quieres.

+Grítame – ¿Qué? + Lo que has oído, grítame, fuerte, muy fuerte. Grítame todo lo que no quiero oír. Todos mis defectos, las cosas que no soportas de mí. Échame en cara todas y cada una de las veces que te hice sentir mal, que te decepcioné, que te hice pensar eso de “pensaba que eras diferente”. Enfádate conmigo, dime que soy una niñata mimada y quejica, que a ver si un día maduro. Dime todo eso que la gente no le dice a los demás, dime lo que verdaderamente piensas de mí. Pero después de eso, hazme un favor, solo uno. Dime que me quieres, pese a todas las verdades que me has gritado, solo dime que me quieres..

Simple.

Siempre sere una ñina, que corretea hacie la libertad, que intenta tocar el cielo con sus propias manos, que cuendo se cae llora pero al instante se rie y se vuelve a levantar, siempre sere una ilusa y sobretodo inocente y algo tozuda. Nunca vere la mentira y la maldad de las persona, soñare un sueño perfecto deseando que se cumpla. Siempre sere, esa niña, que anda`por las nubes, que no se preocupa por su destino. Una niña que aunque pasen los años, aunque crezca, y mi cuerpo cambie, aunque me maquille y me vista como una adulta, en mi interior siempre estara la niña de siempre, la que nunca ha dejado de luchar y de creer, en que el mundo es un sueño, de que todos despertaran algun dia.

Al vacío.

Arrojarme de esa manera, como las otras veces (que me equivoqué). Arrojarme de esa manera deliberada, sin pensarlo demasiado. Yo, al vacío. Como si no tuviera miedo, como si no hubiese aprendido nada. Y es mentira. Tengo memoria y tiemblo, y a veces hasta creo que se me van a salir el corazón y los interrogantes por la boca. Pero es la única manera. Para mí es la única manera que existe. Que me empujen las ganas y cerrar los ojos. Habrá una vez que sea la vez. Y no me acordaré nunca más de todas las demás que se repitieron tanto.

¿Qué es lo imposible?

Se define imposible cómo algo que no tiene facultad ni medios, para llegar a ser, o suceder. Y se define improbable, cómo algo inverosímil, que no se crea en una razón prudente. Pudiendo escoger, me gusta más lo improbable, que lo imposible. Cómo a todo el mundo supongo. Lo improbable duele menos, y deja un resquicio a la esperanza, a lo épico. Que David, ganará a Goliat era improbable, pero sucedió. Un afroamericano, habitando las casa blanca era improbable, pero sucedió. Que los Varón rojo, volviera a tocar juntos, era improbable, pero también sucedió.
Nadal desbancando del número uno a Federer.
Una periodista, convertida en princesa.
El 12-1 contra Malta.
La victoria en el mundial...
El amor, las relaciones, los sentimientos, no se fundan en una razón prudente; por eso no me gusta hablar de amores imposibles, sino de amores improbables. Porque lo improbable es, por definición probable. Lo que es casi imposible que no pase, es que puede pasar. Mientras haya una posibilidad, media posibilidad, entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo.

jueves, 7 de junio de 2012

Tan nuestro, que quise que no fuera el último. Perfecto.

Hoy he recordado un momento de lo más 'perturbador' de mi vida.
Era extraño, nunca creí, que un recuerdo doloroso, me llegara a gustar volverlo a vivir en mi mente.
>Era de noche, la luna brillaba en su esplendor. Al principio el hecho de que mis padres no volvieran hasta la tarde del día siguiente, y él se quisiera quedar esa noche para hacerme compañía, no me convencía, pero cuando por sorpresa esa persona te agarra por la cintura, te besa el cuello, te muerde la oreja, y te dice 'te amo' del susurro hasta el grito, las dudas desaparecen. <<Que se quede>> - pensé- <<Toda la vida si él quiere>>.
Después de cenar pretendí caminar hasta el salón para encender la televisión, pero me agarró por la cadera, me subió a la mesa de la cocina y comenzó a besarme, de tan manera, que casi llego al colapso. Le rodeé el cuello con los brazos. 
 Sus labios se abrían junto a los míos, le atrapé el labio inferior entre mis dientes, y la sorpresa hizo brotar de su garganta un sonido más que grave, salvaje.
 Me cogió la nuca con una mano, mientras la otra me ceñía la parte de abajo de la espalda, apretándome tanto contra él que resultó difícil encontrar aire en mis pulmones comprimidos. 
 Jadeaba. Notaba su aliento mezclándose con el mío. No había ninguna parte de mi cuerpo que no se hubiera fundido ya, con una parte suya. Sólo existíamos, él y yo, tan unidos que apenas contábamos por dos. Eramos uno.
Sólo nosotros. 
Nadie más. 
Solos. 
Dejé caer los brazos, el inspiró profundamente. Se retiró hacia atrás, pero mantuvo su rostro junto al mío, tocando la punta de su nariz con la mía. 
 <<No tengas miedo, te quiero, no soy cómo ellos, somos una sola persona>>
(ahora te das cuenta de los bien que mienten algunos) 
Ese momento era tan perfecto, tan auténtico, no dejaba lugar a dudas, lo amaba. 
La sangre me ardía en la cara. Una de sus manos descendió por mi brazo hasta llegar a mi muñeca, y tal cómo yo esperaba, dejando un rastro de fuego tras de sí. Con la otra mano, me agarró la mandíbula, para levantarme la cara, cómo sabía que haría. Su mejilla se apretó contra la mía, y la piel me ardió donde entramos en contacto.  <<Te amo>>- Volvió a susurrar, ahora a mi oído.
Deslizó lentamente la mejilla hasta atrás e inclinó el mentón hacia un lado, hasta que su boca volvió a cubrir la mía. Trató de besarme con suavidad. Me dí cuenta de que lo intentaba, pero sus intensiones se hicieron humo como anteriormente.
 Había fuego por todas pares, porque él estaba ya en todas partes. Sus manos se deslizaron sobre mi piel, quemándola. Sus labios saborearon cada centímetro de mi cara.
Me levantó en peso y estrelló mi espalda contra la pared, pero no sentí dolor, ya no sentía nada, salvo el fuego.
Anudé las manos a su pelo, arrimándolo más a mí, cómo si fuera posible estar más cerca de lo que ya estábamos.
 Le envolví las cintura con mis piernas, tomando la pared cómo punto de apoyo. Su lengua se enredó con la mía, y no quedó parte alguna de mi mente que no fuera invadida por el deseo demencial que me poseía. Estaba en llamas.
Mis puños se enredaron en la tela de su camisa, y tiraron hacia arriba. Él introdujo sus manos por mi espalda, dejando fuego por donde me acariciaba. Sentí los músculos de su vientre bajo mis palmas, porque mis manos estaban atrapadas, aplastadas, en el espacio inexistente que había entre los dos. Me aparté de su boca para respirar, y sus labios me chamuscaron el cuello en su camino hacia abajo:$. Escondí la cara en su pelo para inhalar su aroma.
Me besó de nuevo, pero ligeramente, suave, un roce, y guiándome hacia la cama, hizo que hasta la última de las terminaciones nerviosas de mi cuerpo, cobrara vida propia. Eramos uno sólo. Era él, el único que me importaba en ese momento. Se acercó a mi cuello, y un extraño sonido se escapó de mi garganta. Él siguió subiendo hasta mi oído. <<Para siempre>>- susurró.
<<Te amo>> - fue lo único que me dió tiempo a decir...