Es como si hubiera decidido instalarse en el espacio que quedaba entre tu boca y la mía porque no tenía otro lugar en el mundo al que ir. Y todo por empeñarte en vestir a la verdad con un traje de fiesta apretado. Tan apretado, que acabó por reventar en el primer baile.
No era tu intención, lo sé. Y yo no quería invitarle. Pero aquí está. Hazle un hueco.
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