Acostada en el sillón, no sabía que hacer... Se acercaban casi ya las tres de la mañana, y la fiesta particular entre cuanto amigos, se había convertido en una privada sólo para él y yo.
El insomnio inundaba mis parpados, los ojos me pesaban...
Se sentó al lado mio en el sillón, apoyó su cabeza en mi estómago, y cerró los ojos.
Procuré mirar la pantalla del televisor que había justo en frente de nosotros, pero no podía.
Miraba como respiraba, observaba, cada uno de sus gestos, hasta que abrió los ojos. Fijó su mirada en mi; me ruboricé.
Suspiró.
Yo miré al techo, hasta las grietas de la pintura desgastada, parecían hermosas porque él estaba debajo.
Lo volví a observar, y por costumbre, mientras lo miraba con ternura, le acaricié el cabello, el rostro...
'Te amo'- pensé, pero no me atreví a decírselo-.
Me volvió a mirar, y entonces, respiró hondo, se recostó sobre mis piernas, y empezó a acariciar mi piel. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. En ese momento, no pensé, sólo importaba que él me estaba tocando, que era la persona de la que me había enamorado. Era él, lo mejor que tenía, y lo único que no quería perder.
Fijó su mirada mis ojos. Y me besó; suavemente.
Mi mano derecha se deslizó por su sien, hasta llegar a su hombro. Lo amaba. Lo demás en ese momento no existía...
La respiración entre los dos, comenzaba a agitarse.
Él seguía acariciando, me dejé llevar...
No era nuestra primera noche... pero esta tuvo algo especial. Fueron las miradas, fueron los 'te quiero'. Fue, todo, todo él. El momento más perfecto capaz de describirse.
No quería que eso se acabase. Llegué al punto de éxtasis. Era perfecto.
Me encantaba verlo sudar, jadear, oírle decir, que me amaba.
Cuando ese momento debía haber llegado a su fin, no fue así. Siguió besándome, me abrazó contra él, y acurrucó mi cabeza contra su pecho.
Notaba como sus dedo corazón se deslizaba por toda mi columna; de arriba hacia abajo; de bajo hacia arriba, así sucesivamente. Me agarró la mano, se la acercó a su boca, y me acarició la palma de mi mano, con sus labios.
-
Te quiero- me dijo-
quisiera que se detuviera el tiempo. Entonces, me abracé más a él.
Una lágrima calló por mi mejilla, no supe bien la razón, hasta que lo miré a los ojos. En realidad él no era mío. Era de ella. De esa que mientras yo estaba ahí, ella estaba en su casa, durmiendo, soñando con el hombre que estaba a mi lado.
Me sostuvo el rostro.
.
¿Estás llorando?-Dijo preocupado-
No llores, por favor...¿te hice daño? Lo siento Sami, ¿estás bien?
No pude evitar soltar una risita tonta, pero me agarré a su espalda, y lo apreté mas contra mí, y seguí llorando. No quería que se fuera. Quería que no se volviera a ir jamás.
-
No pasa nada. Estoy bien- le contesté-
Sólo que estoy feliz.
-
Duérmete- me dijo acunándome con él.
Logré dormirme. Abrazada a él. No lo solté en el resto de la noche.
De vez en cuando notaba como él, me acariciaba el pelo, o me besaba, en la oscuridad. Era gratificante.
Por la mañana no me lo creía, pensaba que había sido un bonito sueño, pero no, ahí estaba, tal y como lo había dejado en mis sueños.
-
Eh, buenos días princesa- dijo besándome.
Y la realidad superó el sueño. Era mejor.
-
¿Desayunamos juntos?-preguntó.
-
Sí.-contesté.
Es que no podía haber sido más perfecto.