Y entre tanto, habría tenido tiempo de sobra para corretear con mis dedos índice y corazón por tus manos. Por tu brazo. Por tu espalda. Por tu hombro derecho. Por tu cuello.
Y caricias. Después, caricias.
Habría acabado con todos los quizases del mundo. Puede que así lo hubiese conseguido.
Quizá.
No es justo.
Voy a tener que aplazarlo otra noche más. Otra más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario