En un momento de silencio, lo pude mirar bien. Observé cada una de las facciones de su rostro. Su pelo expuesto al viento al quitarse la gorra, esa mueca de su boca que tiene cuando la sonrisa le sale natural... Era todo él, era lo que quería.
No había cambiado; Bueno, con él todo había cambiado , por lo menos, conmigo.
Pero seguía siendo el mismo, el que me hacía sonreír, cuando peor podía sentirme, el que con besarme hacía que todo alrededor no existiese, el que hacía que todo fuera de color de rosa...
Seguí mirándolo. Él tenía la cabeza gacha, mirando al suelo, no sé si pensando o, si intentando no pensar...
Luego se fijó en mí.
-No has cambiado nada- le dije.
-¿Para qué?-contestó- tengo lo que hace falta para hacer sonreír a una mujer.
Sonreí. No mentía; lo hacía. Pero, a mi no solo me hacía sonreír, a mi, me enamoraba cada vez más...
Recordé que él ya no era mío. Recordé a esa persona, esa persona que por lo visto le daba lo que yo nunca llegué a darle.
La rabia inundó mis venas. No supe ni que decir, sólo me imaginaba a la persona que más quería en el mundo, abrazando, besando, mirando con ternura a alguien que no era yo.
Una lágrima llegó a la comisura de mis labios. La escondí, mientras él no miraba.
Intenté sonreír por él, me guardé mis lágrimas, y aguanté.
-Espero que seas feliz, lo menos que quiero es que dejes de serlo- le dije con un hilo de voz.
No contestó, se quedó callado, y siguió mirando para el suelo.
En el momento en el que me miró a los ojos fijamente, y no dijo nada, me dí cuenta de que ya me había olvidado...
-Adiós- me despedí- sé feliz.
Una lágrima se quedó en la brisa del mar...
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