- ...porfi, porfi, porfi, porfi, pooooooooooooooorfi. Cuéntamela otra vez.
- Por dios, pero si te la sabes de memoria.
- Jo, que me gusta. Venga maaami... porfi, porfi, porfi.
- ... Venga, va. Ya sabes dónde fue. Creo que concretamente, en el pasillo de las croquetas de perro. Qué tontería, no sé ni qué hacíamos ahí. Nunca hemos tenido perro.
- ¿y qué pasó?, ¿cómo te lo dijo?, ¿qué te dijo?
- Mmm... a ver. Pues eso, estábamos en medio de aquel pasillo y, tampoco te mentiré, la verdad es que yo iba muy guapa. Creo que llevaba un vestido corto de lino de color blanco. Y no sé, no sé que se le pasaría a tu padre por la cabeza, pero de repente soltó el carro, me agarró de las manos y me dijo “aprovechemos que éste es el lugar menos romántico del mundo. Cásate conmigo. Inventadamente. Ahora. ¿Quieres?, ¿Qué me dices?...”
- “...y seguiremos juntos hasta que nos siga dando la gana” – creo que también dije. No sé cómo no te lo sabes de memoria, enana.
- ... es que es muy divertido.
- Venga, venga... se acabó la cháchara, que se enfría la sopa.
- Pero jooo, ¡siempre os saltáis la mejor parte!
- Pero si ya lo hemos dicho todo, ¿qué falta?
- ¡Jolín! ¡Papá siempre me cuenta qué se le pasó por la cabeza y por qué dijo aquello! Os estáis haciendo los olvidadizos a propósito, estoy segura.
- Jaja, ya le ha salido la pequeña detective que lleva dentro. No lo hacemos a propósito, mujer, es que no te das cuenta de que aquí, a tu padre, le da vergüenza contar esas cosas…
- Porfiii, ¡es lo mejor!
- Ay, qué bien se te da sacarme los colores, pequeña. Verás, ví a mi alrededor todas esas latas de comida de bicho y no pude más que pensar que si alguna vez tenía perro, querría sacarlo a pasear con tu madre, querría tener una excusa para dar paseos interminables con ella, querría verla cuatro o cinco veces al día, lloviera, nevase o hiciese frío, querría verla a la luz de todas las lunas, soles, nubes y demás fenómenos meteorológicos. Pero claro... los perros dan una lata tremenda, y para ser sólo la excusa, me pareció más sencillo casarme con ella inventadamente, ¿satisfecha?
- ¡Noooo! ¿Y mamá qué contestó?
- Diminuta granuja, ¡sabes que no contesté! Se me pusieron los mofletes del color de tu abrigo y sólo acerté a achucharle y darle un beso de amor verdadero.
- ¡Ayyy!, ¿un beso de amor verdadero?, ¿cómo el de la Bella Durmiente?, ¿eh?, ¿eh?, ¿eh?
- Sí, un beso de amor verdadero...
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