
Nadie me dijo jamás que iba a ser tan duro. Nadie me dijo, que esto iba a costar tanto. ¿Son estas las consecuencias de madurar? ¿De saber rendirse? ¿De dejar de jugar conmigo misma y mis ilusiones? Creo que así es. En realidad me habían avisado, pero hice caso omiso, a los consejos de mi madre, de pensar más en mi y menos en todo lo demás.
Hoy he roto a llorar con ella... Verdaderamente, no sabía ni la razón. Lloraba pérdidas, pero no sé cual de ella fue la que noté brotar jocosamente de mi pecho. Si mi familia, (la única que me quedaba, fuera del ámbito familiar que es mi casa) si fue él, que brotó de mis poros, como cuál gota de sudor. Los amigos perdidos por el camino. O por los sueños y aspiraciones que ya no tengo, que se hundieron, con la última esperanza.
Pero no, creo que duele más la familia, los que juraron que iban a estar siempre, ya que los amigos fallan pero la familia no. Pues tengo una una noticia; mis amigos me abrazaron cuando ellos dejaron de llamar. Irónico.
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