No sé cómo sucedió. A decir verdad, tampoco sé qué sucedió.
Alguien decidió pulsar el botón que activa todos los miedos. Del sueño a la
realidad y de la realidad al sueño. No importó entonces que fuera febrero ni
que tuviera millones de motivos para apreciar aquel momento. No puedo entender
este sentimiento. No puedo definirlo. Aún así, sé que es real. Me lo dice el
espejo, me lo dicen esos ojos tristes que deben ser los míos. Me lo susurran
mis ganas de llorar. Mi corazón oprimido. El no saber si tengo ganas. Me lo
digo yo, que me apago. Que soy en blanco y negro, que se me han acabado los
colores. Que estoy volviendo a ir al mismo sitio de siempre. No importa que sea el mes en el que pasan
todas las cosas importantes. Que queden 5, 17 o 19. Lo único que importa es
que, si pudiera, me quedaría dormida indefinidamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario